A comienzos de los años 80 llegaría a la presidencia de los Estados Unidos un personaje proveniente de la farándula que haría resurgir el espíritu imperialista del Norte: Ronald Reagan, mediocre actor vinculado a las campañas anticomunistas desde los años 60.
Este actor de reparto reviviría el fantasma de la guerra frÍa como pretexto para seguir imponiendo los intereses económicos del gran capital en la región. Con Reagan en la Casablanca, la CIA y el aparataje de inteligencia del Norte tomarían un nuevo impulso que en Venezuela tendrían un gran aliado en el presidente y ex-agente Carlos Andrés Pérez.
Pero la década de los años 80 también se inauguraba con una triunfante Revolución Sandinista en Nicaragua que a los ojos de Washington amenazaba con convertirse en un peligroso ejemplo de independencia y soberanía en la región junto a Cuba.
A comienzos de los años 80 llegaría a la presidencia de los Estados Unidos un personaje proveniente de la farándula que haría resurgir el espíritu imperialista del Norte: Ronald Reagan, mediocre actor vinculado a las campañas anticomunistas desde los años 60.
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Pero la década de los años 80 también se inauguraba con una triunfante Revolución Sandinista en Nicaragua que a los ojos de Washington amenazaba con convertirse en un peligroso ejemplo de independencia y soberanía en la región junto a Cuba.