La Revolución Bolivariana, el fantasma que recorre América
Partiendo de la importancia de las ideas del filósofo Argentino Néstor Kohan (Revista Digital: La Rosa Blindada. Disponible en: http://www.rebelion.org/docs
165601.pdf). Quien sostiene: sin memoria histórica no hay identidad, ni
personal ni colectiva. Sin identidad, sin conocer de dónde venimos
(historia memoria colectiva) y sin recordar quienes somos (memoria
personal), se hace imposible la independencia con soberanía plena. Sin
independencia no hay dignidad ni decoro. Sin dignidad la vida no merece
llamarse vida. Sin memoria histórica no hay esperanza de un futuro
digno.
La memoria histórica hay que
reivindicarla a pesar de los reiterados embates de la burguesía apátrida
por socavar nuestros cimientos ancestrales libertarios a partir de un
discurso instaurado, inclusive, en los planes educativos promoviendo un
ser humano desclasado, que siente vergüenza de sí mismo y sin sentido de
patria, pretendiendo someterlos de manera dócil al servicio de los
intereses de las grandes corporaciones las cuales continuamente
desvirtúan nuestras concepciones de independencia y soberanía, legado de
nuestros precursores independentistas.
El mismo autor al respecto nos orienta
al afirmar “Nosotros sabemos quiénes somos y de dónde venimos. La voz
del amo y el discurso del poder insisten una y otra vez para que nos
avergoncemos y nos despreciemos a nosotros mismos, renegando de nuestra
historia y nuestra cultura bajo un complejo, inducido, de supuesta
inferioridad.” (Simón Bolívar y nuestra independencia. Ob. Cit.: 4).
A pesar de dichos embates con los que
intentan “formarnos” no han logrado quebrar nuestra identidad, nuestro
sentido de resistencia. Pasa el tiempo y se sigue avanzando remontando
corrientes en busca del bien más preciado la independencia. Los
americanos del sur en los momentos de mayor dificultad, (cuando el
imperialismo ha clavado sus garras en nuestros países), han apelado al
legado histórico que con sangre indígena, africana y mulata se regó por
toda nuestra América haciéndola libre e independiente. Este sentir es el
que hoy nos guía en lo personal y en lo colectivo.
Lo expuesto conlleva a los venezolanos
(as) a transitar de nuevo gloriosamente y sin vacilaciones por el
triunfal camino de la segunda y definitiva independencia inspirando a
los pueblos latinoamericanos. Esto no es casual, surge después de casi
200 años de independencia política (fue atenuada con la muerte política y
luego física de Simón Bolívar y el “secesionismo” que promovió el
imperialismo por toda América).
En dicho transitar tiene particular
relevancia las iniciativas insurgente de los años 50, 60 y 70 del siglo
XX en Venezuela y en el resto de América del sur y el caribe, ya que en
ese contexto histórico se iniciaron luchas emancipadoras de fuerte
arraigo marxista que facilitaron el desarrollo de una conciencia
clasista y revolucionaria que tuvo y tiene repercusiones a escala
planetaria. Un ejemplo de ello es la revolución cubana, como un pueblo
en armas, consiente e ideológicamente conformado lleva acabo un proceso
de transformación que procura bienestar para la gran mayoría. El Che
Guevara y Fidel Castro sus líderes fundamentales son fuente de
motivación para todo los continentes.
Este transitar concreta esfuerzos en los
años 80 con un grupo de militares venezolanos, liderado por el entonces
Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, quienes crearon un movimiento
clandestino revolucionario y bolivariano, con el objetivo de liberar al
pueblo Venezolano de la desigualdad, pobreza y la dominación burguesa
quienes se enquistan “oligárquicamente” en todas las esferas del
quehacer venezolano de manera determinante en la petrolera.
El proyecto revolucionario y
bolivariano, originalmente, tiene su fundamentación filosófica e
Ideológica en el llamado árbol de las tres raíces, que recoge la praxis
de tres grandes revolucionarios venezolanos: Simón Bolívar, Simón
Rodríguez y Ezequiel Zamora.
Con el advenimiento de la Revolución
Bolivariana (1998) y luego de más de 13 años de accionar político,
económico y militar del Presidente Hugo R. Chávez F., en el gobierno de
la República Bolivariana de Venezuela y sus contribuciones al rescate de
la dignidad de pueblo venezolano, su sentido nacionalista con amplio
contenido antiimperialista de inspiración bolivariana y americanista
concreta un pensamiento, una corriente política que hace síntesis
histórica de las otras tres raíces y permite en este momento reconocerlo
y asumirlo como la cuarta raíz de la revolución bolivariana; tal como
lo podemos observar en el “Acta de Decisiones Aprobadas en la Plenaria
Nacional del III Congreso Socialista del Partido Socialista Unido de
Venezuela.” (Disponible en: http://www.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2014/08/iii-congreso acta-de-decisiones-aprobadas.pdf)
Los contenidos fundamentales de lo que hoy conocemos como el
árbol de las cuatro (4) raíces con especial énfasis en lo que se
denomina el legado de Chávez, se expone sucintamente a continuación:Primera Raíz: Simón Rodríguez.
Simón Rodríguez, pensador venezolano, latinoamericano y universal, precursor y protagonista de las gesta de nuestros libertadores. Se caracterizó por un sentido estricto de la honestidad y por la trascendencia revolucionaria de sus ideales sociales, políticos y en materia de educación. Además de ser maestro del Libertador Simón Bolívar, se nutrió de las ideas libertarias de su época para desarrollar un pensamiento original, centrado en la necesidad de hallar un camino propio para los pueblos latinoamericanos.
El objetivo y aspiración de toda su actividad intelectual fue servir a la liberación de los pueblos sometidos por el yugo del imperio español y a su integración en hermandad. A través de sus métodos para una educación liberadora, propugnó la emergencia del nuevo hombre americano y la creación de repúblicas de hombres y mujeres libres.
El maestro Simón Rodríguez utilizó con frecuencia el seudónimo de Samuel Robinson, por lo que su sistema de pensamiento es conocido como robinsoniano. Debido a su originalidad, puede considerarse como fundador de la historia de la filosofía política libertadora venezolana. De él Simón Bolívar llegó a decir que era “el hombre más extraordinario del mundo”. En una carta del libertador a Santander, afirmó: “Fue mi maestro, mi compañero de viajes, y es un genio… Cuando yo lo conocí valía infinito”. (Ideario Bolivariano, Eje de formación sociopolítica. 2005:18)
Educación Popular para Todos.
El pensamiento innovador y la acción ejemplarizante de Simón Rodríguez brillaron especialmente en el campo de la educación. Para él, la finalidad de la educación no era formar aristócratas, sino hacer de todos los habitantes verdaderos ciudadanos al servicio de la república. Las herramientas para lograrlo son una educación liberadora, el trabajo dignificante y la participación activa en los procesos de transformación política. Así, preparó el terreno para el concepto de democracia participativa, al afirmar: “Hacer las leyes para los pueblos no es tan fácil como se cree. Hacer un pueblo legislador es obra muy laboriosa y ésta es la que ha de emprender la América Española.”. (Ob. Cit.: 18)
Criticó ácidamente las
concepciones excluyentes que prevalecían de su época, defendió la idea
de que “sin educación popular no habrá verdadera sociedad”. Afirmó entre
otras cosas: “No puede negarse que es inhumanidad el privar a un hombre
de los conocimientos que necesita, para entenderse con sus semejantes,
puesto que, sin ellos, su existencia es precaria…” (Idem: 18).
Consecuente con esta máxima, dedicó gran parte de su esfuerzo a la
profesión docente y al desarrollo de propuestas innovadoras para una
educación integral e inclusiva. En tiempo en que el acceso a las
escuelas formales era un privilegio de la oligarquía, defendió la
necesidad de brindar educación a todos los hombres y mujeres de
Venezuela, independientemente de su posición económica u origen étnico.
Tras alcanzar la independencia
de Perú, Bolívar lo nombró director general de educación de Lima.
Rodríguez imprimió una educación libertaria a su gestión. Fundando
múltiples escuelas en pueblos y ciudades, donde compartían la enseñanza
niños indios, cholos, blancos y negros. Esta posición quedo testimoniada
en el lema: Escuela para todos, porque todos son ciudadanos.
La Utopía Americana
El pensamiento político de
Simón Rodríguez se caracteriza por la defensa de un proyecto de futuro
para las naciones americanas y la integración entre las nuevas
repúblicas. Planteó la necesidad imperiosa de buscar caminos propios
para la emancipación de nuestras sociedades, creando modelos políticos
apropiados que no se basaran en los modelos impuestos por los
colonizadores.
Sin embargo, no proponía
partir de cero, sino tomar en cuenta lo bueno de otras latitudes a la
hora de enriquecer un modelo original para estas tierras. En su libro
Sociedades Americanas (1842), Simón Rodríguez dejó sentada la necesidad
de los pueblos latinoamericanos: “¿Dónde iremos a buscar modelos? La
América española es original. Originales han de ser sus instituciones y
sus gobiernos y originales los medios de fundar unos y otros. O
inventamos o erramos” (Ob. Cit.: 19). Este llamado robinsoniano
obedece a la disyuntiva de inventar nuevas instituciones para las
nacientes repúblicas latinoamericanas, basadas en nuestras propias
tradiciones y culturas; o de errar el camino, al copiar los modelos y
actitudes que han mantenido a nuestras naciones bajo el yugo del
sometimiento, las desigualdades y la explotación.
Rodríguez sabía que se trata
de un proceso de construcción colectiva y de largo aliento, una tarea
titánica. Esta idea se ve reforzada con sus planteamientos sobre la
tarea permanentemente inconclusa: “El Dogma de la vida social es estar
continuamente haciendo la sociedad, sin esperanza de acabarla porque con
cada hombre que nace hay que emprender el mismo trabajo”. (Idem: 19)
Sin embargo la filosofía
robinsoniana no es un sueño difuso, sino de contornos claros y firmes.
Es la utopía de la igualdad, solidaridad y hermandad, una comunidad de
naciones construidas a partir de los valores propios del Nuevo Mundo, de
la que serán responsables los ciudadanos y ciudadanas liberados por
medio de la educación y el conocimiento. Asimismo, destaca la necesidad
de fundar las nuevas repúblicas en sólidos valores éticos, al afirmar
que “la fuerza de la autoridad republicana es puramente moral”.
Rodríguez fue un defensor de
la independencia y la integración latinoamericana. Propuso, antes que
Bolívar, una organización verdaderamente democrática de las repúblicas
hermanas como medio necesario para defenderse contra los enemigos
comunes. Su mensaje es determinante: “Las Repúblicas nacientes de la
India Occidental sean amigas, si quieren ser libres… Ha llegado el
tiempo de entenderse con palabras”. (Ob. Cit.: 20)
A su vez, señaló que había
que realizar la revolución económica para coronar la revolución política
dirigida por Simón Bolívar, pues la una sin la otra no pueden
sostenerse en el tiempo. Sin embargo, la revolución política fue
traicionada por los gobernantes, y se profundizó la dependencia
económica. Ante esto, Rodríguez no se quedó callado, fustigando a las
nuevas repúblicas que traicionaron los ideales independentistas.
Los Ideales y la Refundación de la Patria.
El poder de anticipación y
el carácter revolucionario de los planteamientos de Simón Rodríguez le
llevaron a ser, en gran parte, un incomprendido. Hoy, más de 161 años
después de su muerte, sus teorías educativas están más vigentes que
nunca. De hecho, muchas de ellas apenas comienzan a aplicarse en
nuestros tiempos, en el marco de la Revolución Bolivariana.
La idea robinsoniana de
buscar los orígenes propios para fundar las nuevas sociedades se
encuentra en la base del proyecto de la Revolución Bolivariana. Los
enemigos del proceso revolucionario utilizan etiquetas de todo tipo para
descalificarlo. Sin embargo, la realidad demuestra que se está
desarrollando un modelo de democracia participativa original, basado en
los valores de nuestra herencia libertaria y por medio de la
participación directa del pueblo en los procesos constituyente y en la
consolidación de la República, Así, como propugnaba el Maestro Simón
Rodríguez, la República Bolivariana no es copia de ninguna otra
experiencia, sino que es el pueblo en revolución en búsqueda de sus
propios caminos.
De hecho, cuenta con formas
de hacer política convertidas en referencia para el resto de los países
del mundo. Ejemplo de ello es el proceso constituyente, que permitió la
elaboración colectiva de una nueva Constitución, aprobada por el pueblo
en referéndum nacional. Además, la Constitución contiene la posibilidad
de revocar el mandato a cualquier funcionario o funcionaria que haya
sido electa o electo popularmente y que no cumpla satisfactoriamente su
trabajo.
Los Ideales y la Educación en la Revolución Bolivariana.
Las ideas de Simón Rodríguez
son la principal fuente filosófica de la Revolución Bolivariana en la
educación. Sus planteamientos sobre una educación inclusiva y una
formación republicana crítica se encuentran ampliamente recogidos en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
A su vez, las políticas
públicas se nutren de sus ideas. El conjunto de misiones educativas, por
ejemplo la Misión Robinson, se inspira en sus ideales de ciudadanía
plena, al orientarse a garantizar que ni un solo venezolano o venezolana
quede al margen de los procesos educativos. En las escuelas y liceos
bolivarianos, además de brindar una educación de calidad, se promueve
una formación republicana crítica, orientada a garantizar que los
estudiantes se incorporen como ciudadanos y ciudadanas a la
consolidación de las instituciones republicanas.
Rodríguez también propuso
que las y los jóvenes estudiaran de acuerdo a sus necesidades y las
necesidades socioeconómicas de la futura república. Propuso la formación
profesional en aspectos como la albañilería, la carpintería y la
herrería, por ser estos los oficios más requeridos. Esto se evidenció,
en su momento, en la Misión Vuelvan Caras que se nutre del pensamiento
de Rodríguez, al promover la formación profesional para la emancipación
de quienes han sido excluidos de la educación, para su plena
incorporación a los procesos de transformación social y al desarrollo de
la nación.
Segunda Raíz: Simón Bolívar.
Simón Bolívar es la raíz
principal del árbol de las cuatro raíces. Sus gestas de revolucionario
visionario y sus conquistas políticas constituyen uno de los grandes
legados de la historia latinoamericana y universal. En él se conjugan
todas las virtudes del auténtico revolucionario: el gran militar y
estratega, el líder inigualable, el pensador social y el estadista.
Además, de ser gran líder de
la Independencia, Bolívar nos legó su poderoso pensamiento
revolucionario, que fue la base ideológica fundamental del movimiento
antes mencionado. Hoy, adaptado a las circunstancias actuales, pretende
guiar al pueblo venezolano en la senda de la revolución bolivariana. A
su vez, su ideario convoca también a los pueblos de América Latina a
luchar juntos por la segunda Independencia y por una integración
solidaria.
Bolívar y la Integración Latinoamericana.
A pesar que el proyecto de
unidad latinoamericana no pudo tomar forma, el pensamiento bolivariano
es el punto de referencia para pensar hoy sobre la integración en
América Latina. La idea de unir los países Latinoamericanos en un solo
bloque económico, político y social, buscaba defender la soberanía y las
riquezas de la América mestiza, frente a las intenciones imperialistas
de los países poderosos. Asimismo, buscaba convocar a todos los pueblos
bajo un mismo proyecto libertario, basado en una democracia verdadera
sustentada en los principios de libertad, igualdad y justicia.
Ya en 1812, señalaba en el
Manifiesto de Cartagena: “Yo soy del sentir y del pensar que mientras no
centralicemos nuestros gobiernos americanos, nuestros enemigos
obtendrán las ventajas más completas; seremos envueltos
indefectiblemente en los horrores de las disensiones civiles y
conquistados vilipendiosamente por ese puñado de bandidos que infectan a
nuestra comarcas” (Ob. Cit.: 22)
Además de retratar la opresión del imperio español y las
oligarquías apátridas, analizó con gran agudeza el peligro que provenía
de los intereses de otras naciones. En concreto, anticipó el voraz y
criminal imperialismo del Norte, al afirmar en 1829: “Los EEUU parecen
destinados por la providencia para plagar la América de miseria en
nombre de la libertad”. (Idem: 22)Washington también condenó el proyecto bolivariano de una América Latina unida. El presidente Monroe, que decretó que América Latina era el patio trasero de Estado Unidos de América (EUA), identificó a Bolívar como “un déspota militar de talento”, “el loco de Colombia”, el “libertador de esclavos”… Incluso la jerarquía eclesiástica llegó a excomulgarlo, y lo equiparó con el mismo Satanás.
El proyecto de integración,
orientado a sentar las bases para la confederación hispanoamericana,
tenía varios elementos centrales:
- la unidad para hacer frente a los peligros que amenazaban a las nacientes repúblicas.
- la adopción de pactos de protección y defensa mutuas como mecanismos para garantizar que ninguna nación extraña se inmiscuyese en los asuntos internos de las nuevas Repúblicas.
- y la adopción de acuerdos amistosos para resolver eventuales disputas entre nuestras naciones.
Inicialmente, propuso ante
el Congreso Anfictiónico de Panamá la gran Confederación, que incluía
desde México hasta Argentina. Cuando entendió que la Confederación
estaba llamada a fracasar, debido a los intereses mezquinos de las
clases dominantes locales y sus gobernantes, puso todo su empeño en la
Constitución de la Federación de los Andes, que comprendía a las
naciones que él había liberado (la Gran Colombia, Perú y Bolivia).
Tras el fin de la
Federación, el Libertador se concentró en salvar la unidad de la Gran
Colombia. Sin embargo, también este proyecto integracionista se vino
abajo, luego de que las oligarquías locales de las tres actuales
Repúblicas conspiraran para dividirla.
Bolívar Revolucionario.Además de ser el padre de la Independencia y de la integración latinoamericana, Bolívar es el precursor del pensamiento social revolucionario de nuestro continente. En su proyecto, la victoria militar no era más que el comienzo de una verdadera revolución social, que debía permitir eliminar los groseros privilegios de las minorías y “la odiosa diferencia de clases”, elevando a todos los habitantes al rango de ciudadanos.
Finalizada la guerra, trató
de aplicar en la Gran Colombia sus ideas literarias. Entre otras cosas,
decretó la libertad de los esclavos y la devolución de sus tierras a los
pueblos indígenas; instituyó la educación gratuita y creó hospitales.
Sin embargo, sus ideas chocaron con los intereses de las clases
oligárquicas y la nueva aristocracia militar y terrateniente, que se
oponían a cambios de fondo en las estructuras heredadas del imperio
español. Sus enemigos le llamaban el “caudillo de los descamisados”,
“monstruo del género humano”, “tirano libertador de esclavos”. Mientras
defendían un modelo parlamentario excluyente, que chocaba con el
proyecto revolucionario del Libertador y con el sueño de libertad e
igualdad de las mayorías oprimidas.
Cuando regresa del Perú,
después de cinco años de victorias y tras haber expulsado
definitivamente al imperio español de tierras sud-americanas, Bolívar se
indigna ante el espectáculo de miseria que todavía ofrece el pueblo
oprimido. Le escribe a Santander: “No se cómo todavía no se levantaron
todos estos pueblos y soldados al concluir que sus males no vienen de la
guerra, sino de leyes absurdas” (Ob. Cit.: 24). Santander, que era
vicepresidente de Colombia, lo acusaba de querer provocar “una guerra
interior en que ganen los que nada tienen, que siempre son muchos, y que
perdamos los que tenemos, que somos pocos”. Queda así sellada la
naturaleza del conflicto. El Bolívar libertario, en defensa de la
justicia y la igualdad, se enfrenta a los generales que defienden los
intereses de las oligarquías.
Bolívar, El estadista.
En lo político, Bolívar
delinea un modelo de Estado democrático, que permita a todos los
habitantes participar en los asuntos políticos en un plano de igualdad
real y no sólo declarada. En sintonía con el llamado robinsoniano,
proponía la reconstrucción de nuestras sociedades y valores propios y
comunes. En su discurso ante el Congreso de Angostura, afirma: “Tengamos
presentes que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del
norte, que más bien es un compuesto de África y de América que una
nación de la Europa”. (Idem: 24)
Defendió la necesidad de ser
originales en tono inequívocamente revolucionario: “…que este edificio
monstruoso se derribe, caiga y apartando hasta sus ruinas, elevemos el
templo a la justicia, y bajo los auspicios de su santa inspiración,
dictemos un código de leyes venezolanas” (Idem: 24). Y no lo hacía
simplemente porque los modelos importados fueran extraños a estas
tierras, sino porque consideraba justamente que la reconstrucción de
nuestras sociedades debía partir del esfuerzo creador de nuestros
pueblos. Por eso propuso una democracia real, no formal, en la que
tuvieran participación igualitaria los mestizos, los indios y los
campesinos.
Anticipó la tesis del Estado
fuerte, al entender que la democracia, como gobierno de las mayorías,
era burlada por las minorías opresoras. Se trataba de un modelo
presidencialista de transición, para vencer los intereses de las
oligarquías, que se oponían a la participación de los oprimidos en las
dinámicas políticas. Sin embargo, su proyecto de sociedad ideal apuntaba
a la consolidación de la división de poderes, como medio para balancear
las acciones de gobierno. Entre otras cosas, identificó la necesidad de
adelantar ingentes esfuerzos para la transformación política y
cultural, mediante la creación del Poder Moral, como medio para
“…regenerar el carácter y las costumbres que la tiranía y la guerra nos
han dado…”
En lo económico, Bolívar consideró el trabajo, la
educación y el conocimiento como elementos fundamentales para el
desarrollo. Se anticipó a la crítica de los acuerdos de libre comercio
que someten a nuestros pueblos hermanos. Sostuvo que los pactos
bilaterales entre el poderoso y los débiles conducen necesariamente a la
dependencia. “Firmado una vez el pacto con el fuerte, ya es eterna la
obligación del débil”, escribió en 1823.Entre otros medios, propuso la educación obligatoria y generalizada, para garantizar que todo el mundo se incorporara al desarrollo; incentivó la industria y el comercio; implementó políticas de protección a la producción nacional; nacionalizó las minas y decretó el monopolio estatal de todas las riquezas del subsuelo. Complementariamente, combatió decididamente la corrupción.
En lo militar, Bolívar identificó la necesidad de crear una verdadera unidad entre ejército y pueblo. Concebía al ejército libertador como el pueblo en armas, como instrumento de garantía de su futura independencia y de las libertades y derechos de la ciudadanía. El ejército imaginado por Bolívar se formó en la dinámica misma de la guerra. En la batalla de Ayacucho pelearon bajo el mando de Sucre: colombianos, venezolanos, ecuatorianos, peruanos, bolivianos, panameños, chilenos, argentinos. Por eso, puede afirmarse que este ejército internacionalista fue la primera materialización de su proyecto continental.
Bolívar en El Siglo XXI.
El pensamiento y acción de Bolívar están presentes en todos los aspectos de la revolución permanente del pueblo venezolano. Él fue el líder y máximo inspirador de las masas libertarias que se alzaron en armas contra el imperialismo español y la presión de las oligarquías. Él fue también el inspirador de las gestas de Zamora y de tantos otros revolucionarios de estas tierras y de la América Latina toda. Hoy, su ideario y liderazgo convocan de nuevo al pueblo venezolano, bajo el llamado robinsoniano, para superar los límites de la democracia representativa y la voracidad del capitalismo salvaje, y construir una patria soberana donde todos los hombres y mujeres quepan.
La proyección de su pensamiento define el carácter latinoamericanista del proyecto a desarrollar, y pone de relieve la necesidad de lograr la independencia política no solo de Venezuela, sino también de los países latinoamericanos y caribeños. Esto explica por qué desde su llegada a la presidencia de la república Cmte. Hugo Chávez, no dejó de impulsar el desarrollo de una conciencia revolucionaria más allá de nuestras fronteras.
Sólo la traición y las intrigas de las oligarquías y sus aliados marcaron el fracaso de un proyecto de alcance latinoamericano y universal, que resumía el sueño de todos los pueblos de América: una patria común de igualdad, libertad y justicia.
Cuando Bolívar murió, las clases dominantes de todo el hemisferio celebraron su desaparición física, pues creían que su obra había sido destruida para siempre. Sin embargo, el espíritu libertario de los pueblos latinoamericanos y el ejemplo del Libertador desarrollo una unidad orgánica armoniosa entre los pensamientos y la acción. Su ejemplo, su concepción de la unidad latinoamericana, sus lecciones están hoy más vivas que nunca, y sus banderas son enarboladas en Venezuela y en toda América Latina.
Tercera Raíz: Ezequiel Zamora.
Ezequiel Zamora retomó la bandera de Bolívar treinta años después de la muerte del libertador, enfrentándose con la oligarquía que truncó el sueño bolivariano. Conocido como el general del pueblo soberano.
La principal bandera de lucha de Zamora fue la distribución de la tierra y dignificación de los campesinos. Las luchas que lideró bajo las consignas de tierras y hombres libres, encontraron un apoyo masivo en los habitantes del campo, que para ese entonces eran la mayoría del pueblo venezolano. A su vez, fue un acérrimo enemigo de las oligarquías. Su defensa de la dignidad de los campesinos y su arrojo libertario hacen de él una fuente permanente de inspiración revolucionaria.
Tierras y Hombres Libres.
Zamora comenzó su carrera política, uniéndose al partido de los liberales. En 1846, el gobierno conservador desató una feroz represión contra los miembros de su partido, lo que provocó que Zamora y otros caudillos populares se alzaran para tomar el poder. En su proclama rebelde, de inspiración bolivariana, invitó al pueblo a luchar “…para quitarnos el yugo de la oprobiosa oligarquía y para que, opóngase quien se opusiere, y cueste lo que costare, lleguemos por fin a conseguir las grandes conquistas que fueron el lema de la independencia”. (Ob. Cit.: 28)
Esta insurrección, que vio nacer la consigna de tierra y hombres libres, le hizo ganarse el apoyo, la devoción popular y el nombre de “General del Pueblo Soberano”. Zamora fue hecho prisionero y sentenciado a muerte, pero el presidente Monagas le conmutó la pena por el destierro.
La Guerra Federal.
Treinta años después de alcanzada la independencia, la República seguía viviendo un sistema semifeudal. La inmensa mayoría del pueblo, los trabajadores, los esclavos, los campesinos, los artesanos y los marginalizados de la ciudad y el campo, se debatían en la mayor miseria y hambre. El latifundio, lejos de eliminarse, se había extendido bajo el amparo del gobierno. Tras la abolición de la esclavitud, decretada en 1854, los 40.000 esclavos liberados se encontraron sin tierras y sin condiciones para ganarse un sustento.
Bajo la consigna de “La Federación es el gobierno de los libres”, los federales convocaron en 1859 al pueblo a “sacar la patria de la salvaje y brutal dominación en que la tienen los oligarcas”. Tanto el pueblo campesino, desposeído y explotado, como la nueva masa de desempleados, se incorporaron masivamente a la lucha.
Gracias a su carisma y su conexión con el pueblo campesino, Zamora logró organizar un ejército popular de milicias, con el que libró batallas decisivas. La más famosa es la Batalla de Santa Inés (Barinas), que tuvo lugar el 10 de diciembre de 1859. En ella, Zamora demostró su genio estratégico, al conducir a las tropas del gobierno por sucesivas líneas de defensa, para asentarles la victoria en el terreno donde mejor podía sacar provecho de sus milicias. Sin embargo, el 10 de enero de 1860 una bala de origen desconocido trunca su vida, durante el asalto a San Carlos (Cojedes).
A partir de la muerte de Zamora, la guerra se transformó en un gran movimiento de guerrillas. Finalmente, en 1863 los ideales de Zamora fueron traicionados, y con ellos los ideales de Bolívar.
Zamora era un hombre emprendedor, arrojado y contradictorio, que no cedió en su voluntad de transformación. Su pensamiento está marcado por el símbolo de la plena soberanía popular y por el carácter igualitario de la lucha social, así como por la defensa de la democracia como forma de gobierno. Comprendió que para poner fin al dominio de las oligarquías y conquistar una República de iguales, debía tomar el gobierno por las armas. Con su verbo incendiario y sus ideales libertarios y revolucionarios, convocó al pueblo a incorporarse a la lucha por su propia liberación.
El Programa de Federación, que Zamora dio a conocer al desembarcar en las Costas de Coro, proponía un avance inédito en las conquistas populares y la organización democrática de la República. Entre sus principios fundamentales, destacan: La igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley; la abolición de la pena de muerte; la prohibición de la esclavitud; el voto para todos los habitantes de la república la elección universal, directa y secreta, del Presidente de la República y otros cargos públicos, incluyendo a todos los jueces; la creación de la milicia nacional armada; la administración de justicia gratuita; la abolición de la prisión por deuda; y el derecho de los venezolanos a la asistencia pública en los casos de invalidez o escasez general.
En 1859, Zamora constituyó el Estado Federal de Barinas. Entre otras medidas, ordenó la creación de terrenos para uso común de cada pueblo; la eliminación del cobro de arriendo por el uso de la tierra para fines agrícolas o pecuarios; la fijación de jornales para los peones de acuerdo con las labores; y la obligación de los terratenientes de colocar en las tierras comunes vacas para el suministro diario y gratuito de leche a los hogares pobres.
Zamora y la Revolución Bolivariana en el Siglo XXI.
El proceso revolucionario actual se nutre de la raíz zamorana en diversos aspectos. Al igual que el caudillo popular, convoca a los venezolanos a retomar las banderas de nuestros libertadores, para conquistar la igualdad y nuestra verdadera independencia. Al igual que las luchas zamoranas por la tierra, el proceso de transformación actual de la sociedad venezolana es protagonizado por los sectores populares, es decir, el 80% de venezolanos y venezolanas que han estado históricamente excluidos y excluidas de la toma de decisiones y las riquezas nacionales.
El actual gobierno de inspiración bolivariana y zamorana desarrolla una política social incluyente, que se expresa en las Misiones Sociales y en el conjunto de políticas y programas sociales orientados a devolverles la dignidad a los venezolanos.
Por otra parte, Zamora es la principal fuente de inspiración del proceso de reforma agraria, guerra contra el latifundio y reparto de tierras entre los campesinos. La Ley de Tierras y Desarrollo Agrario ha sido el instrumento legal empleado para enfrentar el latifundio. A su vez la denominada Misión Zamora es la encargada de avanzar en la forma y en las políticas participativas para el desarrollo rural integral. Si bien en esta ocasión la expropiación y el reparto se realizan bajo un marco de verdadera democracia, este proceso ha producido un enfrentamiento con los descendientes de la oligarquía que en su tiempo enfrentó a Zamora.
Es importante considerar que la independencia de Venezuela pasa por conocer y concienciar el legado de estos personajes y de otros (Sucre y Miranda) que han aportado a la construcción heroica de nuestra patria en la cual se construye una sociedad centrada en los principios de solidaridad, ayuda mutua, disciplina para el trabajo, protección al medio ambiente y fundamentalmente soberanía y autodeterminación.
Esos principios facilitarán la transformación del actual sistema económico a otro que a partir del desarrollo de las fuerzas productivas, sin menoscabo del medio ambiente y fuera de la concepción del libre mercado, impulse la concreción del socialismo bolivariano como alternativa al destructivo y salvaje capitalismo. En ello Venezuela en compañía de América Latina se juega su destino.
Cuarta raíz: Hugo R. Chávez F.
El presidente Hugo R. Chávez F., fue un hombre único en múltiples áreas de la vida política, social y económica, que realizó importantes contribuciones al avance de la humanidad. La profundidad, el alcance y la popularidad de sus logros le distinguen como uno de los líderes más influyente siglo XXI.
Diferentes pensadores, desde diferentes posiciones (amigas o enemigas), resaltan las contribuciones de Hugo Chávez a los procesos políticos, económicos y sociales de América y el mundo. En plena sintonía con socialismo del siglo XXI, impulsado y promovido por el comandante eterno Hugo R. Chávez Fría, a continuación se destaca las contribuciones y aportes que pensadores como James Petras (2013) y Atilio Borón (2013) han expresado en diversos medios.
Hugo Chávez, maestro de los valores cívicos
Desde el momento que asumió el cargo de presidente de la República, Hugo R. Chávez F., emprendió cambios constitucionales que facilitaron la rendición de cuentas de los dirigentes y las instituciones políticas ante los ciudadanos. A través de sus discursos, informó clara y meticulosamente al pueblo venezolano de las medidas y las leyes que sirvieran para mejorar el modo de vida e invitó a expresar comentarios y críticas. Impulsó diálogos constantes, particularmente con los más necesitados, los desempleados y los trabajadores. Su éxito en las enseñanzas de las responsabilidades cívicas al pueblo venezolano fue tal que millones de habitantes de los barrios pobres de Caracas se levantaron espontáneamente para oponerse a la junta militar-empresarial respaldada por Estados Unidos que había secuestrado al presidente y clausurado el parlamento. En 72 horas (algo nunca visto en la historia) los ciudadanos con conciencia cívica restauraron el orden constitucional y el imperio de la ley en Venezuela, rechazando por completo a los golpistas y la defensa que realizaron los medios de comunicación de esos personajes y de su brevísimo régimen autoritario.
Chávez, como educador, también tuvo esclarecedores aprendizajes con esta intervención democrática del pueblo venezolano: que los defensores más efectivos de la democracia estaban entre la gente trabajadora, y que sus peores enemigos se hallaban en las élites empresariales y en los oficiales del ejército con contactos en Miami y Washington.
La pedagogía cívica de Chávez hacía énfasis en la importancia de las enseñanzas y los ejemplos históricos de los padres fundadores de la nación como Simón Bolívar, José Leonardo Chirinos, Guaicaipuro, entre otros, a la hora de crear una identidad nacional y latinoamericana. Sus discursos elevaron el nivel cultural de millones de venezolanos que habían crecido en medio de la cultura servil y alienante de Washington y de las obsesiones consumistas que provocaban los grandes centros comerciales de Miami.
Chávez consiguió infundir una cultura de solidaridad y apoyo mutuo entre los explotados destacando la importancia de los vínculos “horizontales” frente a la dependencia clientelar vertical de los ricos y poderosos. Sus ideas, su visión de patria contribuyeron de forma determinante en la creación de una conciencia colectiva que afectó decisivamente al equilibrio de poder alejándolo de los gobernantes adinerados y los partidos políticos y sindicatos corruptos y orientándolo hacia los nuevos movimientos socialistas y sindicatos de clase. Lo que provocó la cólera histérica de los venezolanos ricos y su odio imperecedero al presidente que había creado un sentido de autonomía, dignidad y conciencia, explicando a la mayoría popular su derecho a disfrutar de una salud y una educación (a todos los niveles) gratuitas, salarios dignos y pleno empleo, lo que consiguió mediante una educación pública que terminó con siglos de privilegios y omnipotencia de la oligarquía dominante.
Es preciso resaltar que los discursos de Chávez, con enseñanzas tanto de Bolívar como de Carlos Marx, crearon un trascendente, generoso sentido patriótico y nacionalista que generó rechazo generalizado a las élites postradas a los pies de Washington, los banqueros de Wall Street y los ejecutivos de las compañías petroleras. Los discursos antiimperialistas de Comandante Presidente Hugo Chávez tenían y tienen eco porque utilizando el lenguaje de la gente común ampliaba su conciencia nacional hasta lograr su identificación con América latina, especialmente con la lucha cubana contra las intervenciones y las guerras imperialistas.
Las relaciones internacionales y la doctrina Chávez
Luego el 11 de septiembre de 2001, Washington declaró la “Guerra al Terror”. Fue una declaración pública que abría la puerta a intervenciones militares unilaterales y guerras contra naciones soberanas, movimientos e individuos considerados como adversarios, en franca violación al derecho internacional.
La gran mayoría de los países cedieron frente a esa flagrante violación de los Acuerdos de Ginebra, pero no así el presidente Chávez, que hizo la refutación más profunda y sencilla contra Washington: “No se combate al terrorismo con terrorismo de Estado”. En su defensa de la soberanía de las naciones y de la jurisprudencia internacional, Chávez subrayó la importancia de encontrar las soluciones políticas y económicas a los problemas y conflictos sociales, repudiando las bombas, la tortura y el caos.
La Doctrina Chávez hacía hincapié en el comercio y las inversiones Sur-Sur y en la solución diplomática y no militar de los conflictos. Defendió los Acuerdos de Ginebra frente a la agresión colonialista e imperialista a la vez que rechazaba la doctrina imperial de la “Guerra contra el Terror”, definiendo el terrorismo de Estado occidental como peligrosamente similar a los grupos más violentos, reaccionarios y fundamentalistas que azotan a áfrica y el medio oriente.
La gran síntesis de teoría y práctica política
Uno de los aspectos más profundos e influyentes del legado de Chávez es su original síntesis de tres grandes corrientes de pensamiento político: el cristianismo popular, el nacionalismo y la integración regional bolivariana y el pensamiento político, social y económico del marxismo. El cristianismo de Chávez le inculcó una profunda creencia en la justicia y la igualdad de las personas, así como la generosidad y el perdón a los adversarios, aunque participaran en un golpe de Estado violento, en un paro patronal asfixiante, o colaboraran abiertamente y recibieran financiación de organismos de inteligencia enemigos.
Mientras en cualquier otro
lugar del mundo quienes pretenden derrocar gobiernos con golpe de Estado
se enfrentan a condenas en prisión o incluso a ejecuciones. La mayoría
de los golpistas rehuyeron la acción judicial e incluso reincidieron,
volvieron a formar parte de organizaciones subversivas. Chávez demostró
una firme creencia en la redención y el perdón. Su cristianismo forma
parte de la “opción por los pobres”, de la amplitud y profundidad de su
compromiso con la erradicación de la pobreza y de su solidaridad con los
pobres frente a los ricos.
La aversión profunda de
Chávez y su oposición eficaz al imperialismo norteamericano y europeo y
al colonialismo brutal israelí estaban hondamente arraigadas en su
interpretación de los escritos y la historia de Simón Bolívar, el
fundador de la patria venezolana. Su fuerte e inquebrantable defensa de
la integración regional y del internacionalismo estaba muy influida por
los “Estados Unidos Latinoamericanos” propuestos por Simón Bolívar y por
su actividad internacionalista en apoyo de los movimientos
anticoloniales.
Chávez incorporó sus ideas
marxistas a una previa visión mundial basada en su antigua filosofía
internacionalista de corte cristiano y bolivariano. La opción por los
pobres se profundizó con su reconocimiento de la importancia de la lucha
de clases y de la reconstrucción de la nación bolivariana mediante la
socialización de “las cumbres de mando de la economía”. El concepto
socialista de fábricas autogestionadas y de poder popular mediante
consejos comunitarios adquirió legitimidad moral gracias a la fe
cristiana en un orden moral igualitario de Chávez.
Es importante resaltar que el pensamiento bolivariano de
Chávez sobre liberación nacional fueron muy anteriores a cualquier
contacto con escritos de Marx, Lenin o de otros autores
antiimperialistas más contemporáneos.Uno de los grandes méritos de El Presidente Hugo Chávez fue aprovechar lo que le resultaba útil de los académicos extranjeros y de los estrategas políticos financiados por ONG, mientras desechaba aquellas ideas que no tenían en cuenta las especificidades histórico-culturales, de clase y de Estado rentista de Venezuela.
El método de pensamiento que
Chávez ha legado a los intelectuales y activistas del mundo es global y
específico, histórico y teórico, material y ético, y abarca análisis de
clase, democracia y trascendencia espiritual en resonancia con la gran
masa de la humanidad, en un lenguaje que cualquier persona puede
entender. La filosofía y la práctica de Chávez (más que cualquier
discurso elaborado por expertos exaltados en un foro social) han
demostrado que el arte de formular ideas complejas en un lenguaje
sencillo puede mover a millones de personas, por ejemplo: “a hacer
historia, y no solo a estudiarla…”
La reforma radical de un Estado rentista
Nada reviste más
dificultades que cambiar la estructura social, las instituciones y las
actitudes de un Estado petrolero rentista, con políticas clientelistas
bien enraizadas, corrupción endémica del aparato de los partidos y del
Estado y una psicología de masas basada en el consumismo.
Sin embargo, Chávez tuvo
éxito donde otros regímenes petroleros fracasaron. La administración
Chávez comenzó realizando cambios constitucionales e institucionales
para crear un nuevo marco político. Luego puso en marcha programas
sociales, que profundizaron los compromisos políticos de una mayoría
activa, que, a su vez, defendió valientemente al régimen frente a un
golpe de Estado violento promovido por la élite empresarial y el
ejército, respaldados por Estados Unidos.
Las movilizaciones de masas y el apoyo popular
radicalizaron, a su vez, al gobierno de Chávez y prepararon el camino
para una mayor socialización de la economía y la puesta en marcha de una
reforma agraria radical. La industria del petróleo fue socializada, se
aumentaron los impuestos y las tasas para conseguir financiar el enorme
aumento del gasto social en beneficio de la mayoría de los venezolanos.Transformación social en una “economía globalizada”
Analistas de diferentes
corrientes y tendencias políticas, han defendido que el advenimiento de
una “economía globalizada” descartaba las transformaciones sociales
radicales. No obstante, Venezuela, que está profundamente globalizada e
integrada en el mercado mundial a través del comercio y las inversiones,
ha realizado grandes avances en reformas sociales. Lo realmente
relevante en una economía global es la naturaleza del régimen
político-económico y de sus programas, que dictamina cómo se distribuyen
los beneficios, los costes del comercio y la inversión internacional.
En resumen, lo que resulta
decisivo es el carácter de clase del régimen que gestiona su lugar en la
economía mundial. Chávez, desde luego, no “des-conectó” a Venezuela de
la economía mundial, sino que la “re-conectó” de una nueva manera.
Dirigió el comercio y la inversión venezolana hacia América Latina, Asia
y Oriente Próximo, especialmente a países que no intervienen o imponen
condiciones reaccionarias sobre las transacciones económicas.
Antiimperialismo en tiempos de ofensiva imperialista
En una época signada por una
intensa ofensiva imperialista por parte de Estados Unidos y la Unión
Europea, que conllevó invasiones militares “preventivas”, intervenciones
con mercenarios, torturas, asesinatos y ataques con drones en Iraq,
Mali, Siria, Yemen, Libia y Afganistán y brutales sanciones económicas
contra Irán; expulsiones colonialistas israelíes de miles de palestinos
con el apoyo de EE.UU.; golpes de Estado con respaldo norteamericano en
Honduras y Paraguay y revoluciones abortadas mediante títeres en Egipto y
Túnez, el presidente Chávez, en solitario, se mantuvo como el principal
defensor de la política antiimperialista.
El presidente Chávez se enfrentó a las presiones y
amenazas de la OTAN y a la subversión desestabilizadora de sus
adversarios internos y articuló valerosamente los principios más
profundos y significativos del marxismo de los siglos XX y XXI: el
derecho inalienable a la autodeterminación de las naciones oprimidas y
la oposición incondicional a las guerras imperialistas mientras Chávez
hablaba y actuaba en defensa de los principios antiimperialistas, muchos
europeos y norteamericanos de izquierdas consentían las guerras
imperiales.No ha habido ningún otro dirigente político ni intelectual de izquierdas contemporáneo que haya desarrollado, profundizado y ampliado los principios fundamentales de la política antiimperialista en la era de la guerra imperialista global con mayor agudeza que Hugo Chávez.
Transición de un Estado neoliberal fracasado a un Estado de bienestar emprendedor
La reorganización
programática y global de Venezuela y su transformación de un régimen
neoliberal desastroso y fallido a un Estado de bienestar emprendedor
supone un hito en la economía política de los siglos XX y XXI. La
reconversión exitosa de las políticas e instituciones neoliberales, así
como la nueva nacionalización de las “cumbres de mando de la economía”
demolieron el dogma neoliberal reinante derivado de la era
Thatcher-Reagan y resumido en el lema “No hay alternativa” a las
brutales políticas neoliberales.
Chávez rechazaba las
privatizaciones; de hecho, realizó una verdadera nacionalización de las
industrias clave relacionadas con el petróleo, socializó cientos de
empresas capitalistas y desarrolló un extenso programa de reforma
agraria incluyendo distribución de tierras a 300.000 familias. Además,
fomentó las organizaciones sindicales y el control obrero de las
fábricas, en oposición incluso a administradores públicos y a su propio
gabinete de ministros.
En Latinoamérica, Chávez
mostró el camino para definir con mayor precisión y con cambios sociales
más generales la era post-neoliberal. Chávez visualizó la transición
del neoliberalismo a un nuevo Estado de bienestar emprendedor como un
proceso internacional y proporcionó fondos y apoyo político a las nuevas
organizaciones regionales como el ALBA, PetroCaribe, CELAC y UNASUR.
Rechazó la idea de construir el Estado de bienestar en un solo país por
lo que formuló una teoría de las transiciones post-neoliberales basada
en la solidaridad internacional.
Chávez demostró mediante la teoría y la práctica la
posibilidad de superar el neoliberalismo, lo que supone un
descubrimiento político fundamental para el siglo XXI.Más allá del liberalismo social: definición radical del post-neoliberalismo
Hugo Chávez fue el líder que definió una alternativa más socializada para la liberación social y la conciencia que aguijoneaba a sus aliados para avanzar. Este personaje de su tiempo planteó una alternativa completamente diferente al “post-neoliberalismo”: nacionalizó las industrias de materias primas, dejó fuera a los especuladores de Wall Street y limitó el papel de las élites vinculadas con los agronegocios y la minería. Proyectó un Estado de bienestar emprendedor como alternativa a la ortodoxia social-liberal imperante de los gobiernos de centro izquierda, aunque trabajara con estos gobiernos en la integración latinoamericana y en oposición a los golpes de Estado promovidos por EE.UU.
Socialismo y democracia
Chávez inauguró un nuevo y
extraordinariamente original y complejo camino al socialismo basado en
elecciones libres, reeducación del estamento militar para defender los
principios democráticos y constitucionales, desarrollo de los medios de
comunicación de masas y comunitarios. Acabó con el monopolio capitalista
de los medios de comunicación y reforzó la sociedad civil como forma de
contrarrestar el intento de paramilitares y quintacolumnistas apoyados
por Estados Unidos de desestabilizar el Estado democrático.
Ningún otro presidente
demócrata-socialista ha resistido con éxito las campañas de
desestabilización promovidas por el imperio (ni Jagan en Guayana, ni
Manley en Jamaica, ni Allende en Chile). Desde el principio, Chávez
comprendió la importancia de crear un marco legal y político sólido para
facilitar su liderazgo ejecutivo, promover las organizaciones populares
de la sociedad civil y terminar con la influencia norteamericana en el
aparato del Estado (policía y ejército). Puso en marcha programas
radicales de gran impacto social (las misiones y base de misiones
socialista) que le aseguraron la lealtad y fidelidad de las mayorías
populares y debilitaron los tentáculos económicos del poder político
ejercido por la clase capitalista desde mucho tiempo atrás. Como
resultado, los dirigentes políticos, los soldados y oficiales leales a
la constitución y las masas populares aplastaron un sangriento golpe
derechista, un paro petrolero asfixiante y un referéndum financiado por
Estados Unidos y se lanzaron reformas socio-económicas continuas y de
creciente de socialización.
La originalidad de Chávez
radicaba en su “método experimental”: Su profunda comprensión de las
actitudes y comportamientos populares estaba fuertemente enraizada en la
historia de injusticias raciales y de clase y de la rebeldía popular de
Venezuela. Chávez, además de estar formado en el seno del pueblo en su
experiencia militar viajó, conversó y escuchó a las clases populares de
Venezuela hablar de las cosas cotidianas. Su “método” era trasladar el
conocimiento basado en lo pequeño a grandes programas de cambios, es
decir, diseña cambios estructurales.
La muerte física de Hugo
Chávez ha sido llorada por millones de personas en Venezuela y por
cientos de millones en todo el mundo porque su transición al socialismo
era su mismo camino; porque escuchó sus demandas y actuó en consecuencia
con eficacia.
La socialdemocracia y la seguridad nacional
Chávez fue un presidente
socialista durante más de 13 años que hizo frente a una oposición
violenta y prolongada a gran escala y a sabotajes financieros de
Washington, la élite económica local y los magnates de los medios de
comunicación. Fue el artesano de la conciencia política que dio
motivación a millones de trabajadores y aseguró la lealtad
constitucional del ejército para vencer el golpe militar-empresarial
apoyado por Estados Unidos en 2002. Chávez adaptaba los cambios sociales
de acuerdo a una evaluación realista de lo que podía encajar dentro del
orden político-legal. Siempre enmarcado en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela. Y, sobre todo, Chávez se aseguró la
lealtad de los militares poniendo fin a los “asesores” norteamericanos y
al adoctrinamiento imperial en el extranjero, promoviendo en su lugar
cursos intensivos sobre la historia venezolana, la responsabilidad
cívica y el vínculo fundamental que debe unir a las clases populares y a
los militares en una misión nacional común.
Las políticas de seguridad
nacional de Chávez se basaban en principios democráticos y en el claro
reconocimiento de las graves amenazas que se cernían sobre la soberanía
del país. Consiguió salvaguardar la seguridad nacional y los derechos
democráticos y libertades políticas de sus ciudadanos al mismo tiempo,
una proeza que ha ganado para Venezuela la admiración y la envidia de
abogados constitucionalistas y ciudadanos de Estados Unidos y la UE.
Chávez procuró una resolución
diplomática y pacífica de los conflictos con vecinos hostiles, como
Colombia, que alberga siete (7) bases militares norteamericanas.[http://www.aporrea.org/tiburon/n259717.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+aporrea+(Aporrea.org)],
potenciales trampolines para una intervención norteamericana. Por el
contrario, los gobernantes de Estados Unidos han estado y están
implicados en guerras abiertas con otros países y ha realizado acciones
hostiles encubiertas contra otros muchos más.
El legado de Chávez posee
múltiples facetas. Sus contribuciones son originales, teóricas y
prácticas y de relevancia universal. Demostró en la práctica cómo un
pequeño país puede defenderse contra el imperialismo, mantener los
principios democráticos y a la vez poner en marcha programas sociales
avanzados. Su búsqueda de la integración regional y su promoción de los
valores éticos en el gobierno de la nación son ejemplos relevantes en un
mundo capitalista anegado de políticos corruptos que rebajan el nivel
de vida de sus pueblos mientras enriquecen a los plutócratas.
El rechazo de Chávez a la doctrinas que justifica el
“terrorismo de Estado para combatir al terror”, su firme convicción de
que las raíces de la violencia son la injusticia social, el saqueo
económico y la opresión política y su creencia en que el camino hacia la
paz pasa por la resolución de estos temas fundamentales suponen una
guía ética-política para la supervivencia de la humanidad.Enfrentado a un mundo violento de contrarrevolución imperial y decidido a estar del lado de los oprimidos del mundo, Hugo R. Chávez Frías, entró a formar parte de la historia mundial como un dirigente político completo, con la estatura del líder más humano y multifacético de nuestra época: Un líder del siglo XXI.
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